RUINAS DE SANTA MARIÑA DO DOZO (Cambados). El cementerio más melancólico del mundo

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RUINAS DE SANTA MARIÑA DO DOZO
El cementerio más melancólico del mundo

16 de Enero de 2020 · Por Iria Ares

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Uno de los pasos decisivos en la confección de Badaladas de Amor e Morte era encontrar la localización para el plano secuencia de más de siete minutos de duración, planteado como un homenaje al plano más largo de Welles -que no es como muchos piensan el de apertura de «Sed de Mal»-, sino el de «Macbeth», en la secuencia del asesinato del Rey Duncan.
 
Gracias a Emmy Atrio, nuestro operador de cámara, descubrimos el sitio perfecto. Una localización en la que a Welles le habría encantado filmar. Conocí a Emmy en el rodaje de la serie «Piratas» de Tele5. Ya en ese momento me di cuenta de que era un cámara diferente… Único. Él nos presentó a Fernando Jover, «el único hombre en Galicia que puede hacer realidad tu sueño de hacer cine como se hacía antes». Y efectivamente, así fue. ¡Gracias, Fernando!
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De esta manera descubrimos las Ruínas de Santa Mariña do Dozo, en Cambados (Pontevedra). Declaradas Monumento Nacional en 1943, fueron bautizadas por el escritor Álvaro Cunqueiro (1911-1981) como el “el cementerio más melancólico del mundo”. Y ciertamente, lo es. 


La Iglesia presenta un estilo gótico con elementos renacentistas y destaca por su nave dividida en cuatro arcos románicos transversales. La particularidad es su cementerio, ubicado en el propio interior, que le confiere al lugar una atmósfera trágica, cinematográfica y romántica. Digna, -y más que digna-, de una película de Orson Welles.

 
Fernando Jover, Emmy Atrio, Juan Figueiras, jefe de eléctricos, y los jefes de producción Tareixa Castro y Alexis Baneira, nos acompañaron a esta impresionante localización. Estaba decidido. El plano secuencia y las escenas sobrenaturales se filmarían aquí, en el «cementerio más melancólico del mundo». 
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Como curiosidad, quiso el destino recompensar nuestra elección con otra maravilla: el conocido como “Cristo de Leiro”, imponente escultura de más de tres metros del artista gallego Francisco Leiro, que se encontraba presidiendo el altar de la capilla principal durante los cuatro días que duró nuestro rodaje.

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Volveríamos a visitar esta localización en varias ocasiones más, asustados por la complejidad y el reto del plano secuencia. Horas y horas estudiando las sombras y los efectos de la luz sobre las ruinas. Y, como no, ¡el viento! Necesitábamos encontrar ideas para minimizar sus efectos cuando llegara la hora de emplear las máquinas de humo en uno de los momentos más decisivos del cortometraje, la aparición de las almas en el cementerio. ¿Lo conseguimos? No del todo, es muy difícil pasar la noche en un cementerio…
 
De nuevo, el fotógrafo Xavi Gantes, como ya ocurriera en el Monte Pindo, nos acompañó para dejar constancia de nuestra visita.