#Colaboración:
Le Cinéma Est Mort.Anatomía de una crítica cinematográfica. La visión del compositor.
24 de Febrero de 2022 · Klaus Martínez Veiga.
«El arte es el arte y todo lo demás es todo lo demás.»
– Ad Reinhardt
Cuando un compositor de música recibe una llamada de un director del ámbito audiovisual, siente una especial emoción ante las expectativas de la misma, especialmente si es por la concepción de un nuevo proyecto. Como siempre suelo hacer en estos casos al abordar una composición musical para audiovisual, la banda sonora debe, y este siempre es mi punto de partida en el arte cinematográfico, “apoyar” y remarcar con la música el mensaje dentro del lenguaje visual en su término más conceptual de la obra, considerando la música como un complemento y, consiguiendo, gracias a ello, que la banda sonora brille en su justa medida para realzar el proyecto en su totalidad. La música que acompaña es aconsejable, al menos en un primer momento, el precepto de “menos es más”.
En el caso que nos ocupa, la llamada de la directora Iria Ares (La Coruña, 1988) para componer la banda sonora del proyecto audiovisual “Le cinéma est mort, Anatomía de una critica cinematográfica”, supuso una bocanada de oxígeno y un paréntesis dentro de un oficio en el que en la actualidad, habitualmente, el margen temporal para desarrollar la música de un producto audiovisual es escaso para el creador. No tanto por componer la música en sí, sino para poner la misma en perspectiva.
Las primeras palabras de la directora Iria Ares para el desarrollo de la música de tan maravilloso producto fueron en un primer momento enigmáticas, pero sin duda motivadoras…. “Klaus, siéntete libre, escribe hacia donde la imagen te lleve y tómate tu tiempo”. De este modo, la propia imagen me llevaría por el camino correcto.
Y esta ha sido la experiencia. Con Iria Ares a los mandos del avión, ha sido un viaje ligero y sencillo, en el que cualquier propuesta musical basada en la imagen habría de encajar, tanto por su precisión musical como por la claridad que genera en la escena.
La factura de la obra “Le cinéma est mort” es cristalina; los planos son cómodos, tratados con increíble respeto y dejando que la historia nos atrape poco a poco, generando preguntas al espectador desde el principio hasta el final de la historia.
La agilidad narrativa es perfecta, y el ritmo establecido por el montaje nos incita a disfrutar de lo que estamos viendo. Para un compositor de música de formación clásica como es el caso del que aquí escribe, ha sido un regalo artístico.
En cuanto al abordaje del aspecto musical de “Le cinéma est mort” desde un primer análisis tenía claro ciertos principios en los que basarme, sobre todo partiendo de su maravilloso espacio sonoro, y en particular sus extraordinarios silencios.
“Le cinéma est mort” está basada, en primer lugar, en la técnica acusmática como aspecto musical central, en la cual se le da más predominancia al timbre que a otras herramientas compositivas más ortodoxas como la armonía, melodía o métrica escrita. En segundo lugar, los principios de la música concreta, cuyos fundamentos teóricos y estéticos fueron establecidos por el compositor e investigador Francés Pierre Schaeffer (1910-1995), al descontextualizar en
la medida de lo posible el sonido del propio instrumento y entendiendo la música como una sucesión de sonidos, priorizándolos en sí mismos y no en los instrumentos con los que fueron generados. Además, la obra de Iria Ares se ejecuta con ciertas reminiscencias de la cultura Francesa, y la sinergia que se genera con el sonido ambiente, el respeto a los momentos de silencio, la imagen y la banda sonora compuesta desde esta perspectiva, hace que “le cinéma est mort” sea uno de mis trabajos musicales más personales y experimentales. Todo ello sin dejar de lado la frescura y la modernidad.
Continuando con el trabajo de Pierre Shaeffer, las imágenes de “Le cinema est mort” sugieren grandes autores de cine clásico, y con ellas esa coherencia de las técnicas aplicadas, es decir, el tratamiento del propio sonido en el momento de la creación musical, modificando mi propia perspectiva y ejecución en la creación de la banda sonora dentro del estudio.
Además, entre otras técnicas utilizadas, es de especial relevancia el aislamiento de los objetos sonoros, convirtiéndolos simplemente en portadores de conceptos, en el que no es tan importante el tipo de instrumento sino la manera en la que se afronta su escucha en el contexto. Aparentemente, esto era lo que me sugerían las imágenes en el momento de la creación.
Decidí no utilizar el secuenciador digital del ordenador (DAW) Digital Audio Workstation, apartándome por completo del entorno digital, aplicando técnicas más analógicas para la grabación a una toma, utilizando en su lugar un multipistas TASCAM DP24 y diverso material e instrumentos hardware, tal y como se hacía en el máximo esplendor del cine clásico y en los formatos de experimentación musical en esa época.
Ha sido una aventura musical y artística apasionante.
No puedo dejar de citar al resto de miembros del proyecto, sin cuya pericia técnica en sus respectivas especialidades no hubieran sido posibles todas las bondades aquí descritas. El director de fotografía Suso Bello (A Coruña 1968) consigue establecer una atmósfera a través del cromatismo a lo largo de todo el metraje que sorprende desde el primer plano. Alberto Beade Ríos, sonido de directo y de la postproducción. El realizador audiovisual, Rolan Gutier, en esta ocasión delante de la cámara interpretando al hijo ficticio de Francois Truffaut. Producido por Estudo Momento sobre una idea original del actor y productor Xoan Carlos Mejuto y con la participación del fotógrafo Xavi Gantes.
Finalmente, se ha contado con la inestimable colaboración de Tim Redford, director del Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont-Ferrand, Francia y de Luz Altamira, pionera e introductora de El Arte de la Palabra en España.
“Le cinéma est mort: Anatomía de una crítica cinematográfica”, pequeña joya audiovisual para saborear poco a poco.
Antonio Brea Ramos
Editorial