Cuando Eduardo Momeñe me desnudó..

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Cuando Eduardo Momeñe me desnudó...

22 de Junio de 2022 · Iria Ares

En el diálogo con nuestro oficio, si nos queremos libres, uno pretende trascender ese juego de repeticiones al que nos somete nuestra mente prosaica y mediocre, y descubrir, en una especie de nueva combinación aleatoria -a la que algunos llaman inspiración-, un nuevo resultado que nos permita escapar de nosotros mismos.

La mente siempre vuelve a espacios comunes. Si uno la observa lo suficiente, se dará cuenta. Quizá en el desarrollo de un arte creativo sea más fácil familiarizarse con este mecanismo. Pero no por ello, será más fácil de superar. La disciplina es algo curioso. Si se priva de pequeñas dosis de incoherencias, jamás podrá ser digna de nada, salvo del reconocimiento público.

Y esa fue mi experiencia con Eduardo Momeñe. Una serie de circunstancias aleatorias que nos llevaron a compartir una mañana de trabajo. Una sesión fotográfica, en la que Eduardo me desnudó.

Pero vayamos al principio…

«Si alguna vez puedes conocer a Eduardo Momeñe, no lo dudes. Es una de las personas
que más sabe de fotografía, un auténtico maestro».

Gabriel Brau, fotógrafo.

Esta frase retumbó en mis oídos. Si Gabriel Brau, un gran maestro, decía que había un maestro de maestros, entonces… ¿no habría que hacer lo que hiciese falta para encontrarlo? Y lo único que hizo falta fue haber rodado Badaladas de Amor e Morte. Ese cortometraje me ha dado las mayores alegrías de mi vida. Cuando Momeñe ve Badaladas, me invita a tener una sesión fotográfica en su estudio, en Madrid. Algunas de las fotografías de esa sesión están recogidas en este artículo. No voy a hablar de fotografía. No voy a hablar de interpretación. No voy a hablar de proceso creativo. Simplemente hablaré de la TRANSFORMADORA EXPERIENCIA DE POSAR PARA EDUARDO MOMEÑE

El cine es emoción en movimiento. Como actriz, mi trabajo consiste en crear un espacio-tiempo dentro del cuadro, un lugar compartido con el espectador, radicalmente diferente del cotidiano. Como directora, mi tarea es la de distribuir y agitar los elementos a mi disposición con un único propósito: «esperar el momento». En definitiva, yo siempre había pensado que sin movimiento, sin acción, no hay momento. La fotografía de Momeñe, su visión, demuestra lo contrario.

Hay que ser muy bueno para ser un gran arquero. Hay que ser un gran maestro para enseñar a un buen arquero a ser el mejor de los arqueros. Pero sólo alguien que HA CONOCIDO tirará el arco y las flechas. Las mejores cosas SUCEDEN. No las haces TÚ. Eduardo Momeñe «simplemente» te pone delante del objetivo de su cámara. NADA MÁS. Con este acto simple, tan aparentemente poco preparado, consigue entrenar tu capacidad para VIVIR EN EL SILENCIO.

Delante de su objetivo no valen las poses forzadas. Los personajes. Los vestuarios o las caracterizaciones. No vale nada de lo que crees. Nada de lo que piensas dominar. No vale quién eres o a qué te dedicas. Ni siquiera vales «tú». Sólo está EL MOMENTO PRESENTE. EL SILENCIO. LA QUIETUD.

Cuando miro las fotografías que me hizo, no me reconozco. Y, sin embargo, estoy ahí. Vestida sin ropa. El fotógrafo parece sujetarme con unos hilos invisibles. Ha conseguido retenerme en el tiempo. Sus hilos son mágicos, están y no están. El cine es emoción en movimiento. Y Eduardo Momeñe detiene el tiempo en sus fotografías.

No he sido capaz de resolver la paradoja. Y espero no hacerlo nunca. Ahora entiendo que esta experiencia no se resuelve, se vive. La paradoja de intentar retener el tiempo. Cada uno a su manera… Con su búsqueda. Conecto con Momeñe a un nivel muy profundo porque para mí, la principal aportación del cine a la humanidad son sus actrices del Hollywood dorado, estatuas perfectas que han conseguido congelar un tiempo eterno, el de la belleza trágica, vivas y muertas a la vez. Impenetrables. Misteriosas. Inabarcables. Creadas pero insumisas. Explosiones atronadoramente silenciosas.

¿Qué somos sino «sombras que caminamos»? Pozos de silencio. Nuevas dimensiones para la experiencia humana. ¿Descenderemos sobre aquellos que están preparados para recibir la VERDAD?

Hay fotografías que «van hacia dentro» y fotografías «que van hacia afuera». Silencios que se encuentran cuando se agita la periferia y otros, cuando uno se sienta a esperar. Hasta mi encuentro con Momeñe, la amplitud de mi experiencia, de mi percepción, era muy limitada. Hoy, algunas de esas barreras se derrumban para siempre. No hay que tener prisa. Las mejores cosas SUCEDEN. No las haces TÚ.

Otro gran maestro, Graham Dixon me habló por primera vez de unos PRINCIPIOS UNIVERSALES con los que todo artista debía de relacionarse una y otra vez, una y otra vez. No son leyes, ni normas. No son teorías, ni métodos. Son MISTERIOS VIVOS. EXISTEN. Desde entonces, mi única obsesión ha sido la de incrementar mi número de encuentros con esos principios universales.

La fotografía de Momeñe, mi experiencia posando para él, ha sido un billete en primera clase. Agradecida siempre.

«Si alguna vez puedes conocer a Eduardo Momeñe, no lo dudes. Es una de las personas
que más sabe de fotografía, un auténtico maestro».

No sé qué nos deparará el futuro, pero lo que sí puedo asegurar es que un juego combinatorio me llevó a dar un giro radical a mi vida. Conocí a Eduardo Momeñe una buena mañana de diciembre, y este encuentro fue decisivo en mí como actriz, como directora y como mujer.

El resto… Es tiempo.

Las mejores cosas SUCEDEN. No las haces TÚ.

CRÉDITOS

Sesión Fotográfica de Iria Ares con Eduardo Momeñe.
En el estudio del fotógrafo en Madrid.
Diciembre de 2021.
Vestuario: ZARA.
Caracterización: Mara Collazo y Montse Boqueras.
Con la colaboración de La Kasa del Maquillaje.
Fotografías de Making: Xoán C. Mejuto.
Diseño del post: Bombo estudio

Iria Ares
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